INVITA: Equipo de Salud Mental Medifé

Viernes

14

9 a 21 hs

Sábado

15

9 a 14 hs

SEPTIEMBRE 2018
Hotel Sheraton Duarte Quirós 1300 Córdoba

IV JORNADAS NACIONALES
DE SALUD MENTAL

Las tramas del cuerpo hoy

Dispositivos e intervenciones

¿Cómo afectan los hilos de la época en el tejido de los cuerpos? Incidencias posibles desde los sistemas de salud

Pulsos VII - ESTEFANÍA JAIMOVICH

La obra pertenece a la serie “Pulsos”. Sus trazos, realizados al ritmo del pulso cardíaco, reflejan las emociones que va transitando la artista, durante el proceso creativo.

Panel: La violencia en la vida cotidiana.
Coordinadores: Mariana Trocca y Juan Carlos Mosca.

Comité científico:

María Koolen
Verónica Pagola
Helga Rey
Verónica Turdo

Comité Organizador:

Julia Bobatto
Melisa Chiavassa
Juan Carlos Mosca
Mariana Trocca

Vacante limitadas con inscripción previa.
Actividad no arancelada. Certificado de asistencia.


FIN DE LA INSCRIPCIÓN
Gracias a una gran concurrencia, hemos completado el cupo de inscripciones.
¡Muchas gracias!
Auspicia
Adhiere

Pensando en Voz Alta

“entonces el vientre mismo, como un lejano estremecer de la tierra que no se podía saber si era una señal de terremoto, del útero, del corazón contraído vino el temblor gigantesco de un fuerte dolor agitado, de todo el cuerpo una agitación-y en sutiles máscaras de cara y de cuerpo finalmente con la dificultad del petróleo rasgando la tierra-vino finalmente el gran llanto seco, llanto mudo sin ningún sonido siquiera para ella misma, ése que no había adivinado, ése que no había querido jamás y no había previsto-sacudida como un árbol fuerte que es más profundamente agitado que el árbol frágil-finalmente reventando caños y venas, entonces.” 1

Cuerpo, nuestro único instrumento vivo, recubierto por aquel manto de lo imaginario, que lo adorna, lo refleja en el espejo, lo sostiene. El significante lo atraviesa, el goce lo hace vibrar y la imagen lo envuelve.

Trauma, exterioridad absoluta que toca el cuerpo, que lo marca. Es aquella extrañeza que llega a lo más primario, conmocionando la identidad y sacudiendo la dignidad. Rompe con la homeostasis y se vuelve inadmisible, siendo una irrupción que provoca una urgencia subjetiva, ya que como tal es imposible de representar… es un hecho sin dicho. Lo ajeno de esta irrupción del trauma en el cuerpo provoca una fisura en la imagen, barre con ese manto y el cuerpo queda en “carne viva”; y allí, en tanto Real, el saldo es un resto, resto inasimilable.

¿Qué acontecimiento se vuelve trauma? Uno que puede ser tanto interno como externo, que toca la subjetividad, que pone en juego la singularidad. Acontecimiento, claro, contingente, que atraviesa la diacronía, que deja huella en la historia. Y como toca la singularidad, un mismo hecho es diferente para cada sujeto.

Tratar el trauma es tratar esa imagen rota, es volver a vestir ese cuerpo, es no tocar lo inadmisible, es reconstruir las identificaciones, es intentar ubicar alguna palabra, es resignificar, es quizás inventar algo que bordee ese vacío, es reencontrar la identidad.

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1 “Un Aprendizaje o El Libro de los Placeres” Clarice Lispector

Para seguir “pensando en voz alta”, y a propósito de Cuerpo, Trauma, Pulsión, les acerco mis reflexiones.

El cuerpo del sujeto, en psicoanálisis, es el cuerpo Real-Simbólico-Imaginario, con el objeto a en el punto de calce de los tres registros y su anudamiento como escritura. Un cuerpo anudado implica pensarlo en estos tres registros equivalentes. Para poder crear Sujeto son necesarias las invariantes R-S-I.

Estas reflexiones, de la mano del título y los ejes de las Jornadas, me llevan al cine, y las ganas de compartir con Uds. el recuerdo de una película que me parece bordea estos temas: La chica danesa.

Cuenta una historia real, ocurrida en Copenaghe en 1920, de la pintora danesa Lili Elbe: la primera mujer transexual sometida a una cirugía para cambiar su sexo. Antes de esa cirugía, ella era Einar, casado con Gerda –ambos pintores, él con algo de éxito, ella en cambio no podía vender sus cuadros. Por consejo de un marchand, ella decide hacer solo retratos. A partir de una escena –central para lo que me interesa recortar- a Gerda le falla la modelo viva, y ante la urgencia de terminar el retrato, le pide a su marido que se (tras) vista con ropa de bailarina clásica para ayudarla. Einar acepta, sin inconvenientes, posar para su esposa, vistiéndose de mujer. Así es que calza en sus pies unas zapatillas de ballet, desliza los dedos sobre las medias de seda, mientras sus manos rozan el vestido apoyado sobre el cuerpo. Einar en estos movimientos inclina lentamente su cuerpo, se va moviendo en poses claramente femeninas. Así la cámara va recorriendo y muestra con notable delicadeza el rostro de Einar que refleja -como diría Freud- “un goce del que no tenía la menor idea” –. Un goce opaco, enigmático, desconocido se le impone. Mientras tanto Gerda, su esposa, aprueba con su mirada y empieza a llamarlo “Lili”. Esta escena es, a mi modo de ver, el principio del proceso de transformación de Einar a Lili.

En la escena que recorto ubico una articulación R-S-I, sin la cual no podemos hablar de cuerpo. Desde lo imaginario, la mirada de Gerda sobre su marido que le pide vestirse de mujer; desde lo simbólico aprueba el juego y lo nombra “Lili”, justamente en el instante en que a Einar ese juego entre los dos decanta en angustia y se le presentifica un real: la certeza de que él “es mujer”.

En el film, a partir de esta escena para Lili no se trata del mundo del semblant, ni del disfraz, ella necesita modificar su cuerpo, cambiar su sexo. Las sucesivas operaciones estéticas a las que se somete en ese “empuje a la mujer” nos hace pensar en una estructura psicótica. Con el transexualismo Lacan fue tajante: plantear la idea de que extirpando el órgano pene se extirpa el goce fálico es una idea forclusiva.

Para seguir “pensando en voz alta”, y a propósito de Cuerpo, Trauma, Pulsión, les acerco mis reflexiones.

Es en el decir, que tiene lugar en la experiencia analítica, donde se verifica que el inconsciente no es sin relación al cuerpo. A juzgar por las formas en que se presenta -sin dejar de asombrarnos- el estado actual de la cultura se nos revela, aún con mayor fuerza la disarmonía radical, la ruptura de cualquier idea de naturalidad en la relación del cuerpo con el mundo que introduce la función parasitaria del saber inconsciente.

La cohesión propia del organismo no es suficiente para tener un cuerpo; es preciso que el significante introduzca el Uno. Es por la inscripción de la marca de la diferencia, que un cuerpo queda designado en su pertenencia a un conjunto, y puede ser contado con su singularidad de goce. La marca significante también inscribe la cualidad erótica. “Hay equivalencia entre el gesto que marca y el cuerpo objeto de goce, goce que lleva la gloria de la marca”. 1

Es por obra del lenguaje que podemos, no sólo aislar los órganos y adjudicarles una función, sino también, atribuirnos un cuerpo, decir “tengo un cuerpo”, y enterarnos de la distancia que como sujetos tenemos de ese cuerpo. “El cuerpo es un obsequio del lenguaje” 2, y es por esta función del lenguaje que se constituye la clase de los seres hablantes.

Tanto la función biológica de la reproducción sexual al servicio de la conservación de la especie, inherente a la biología humana, como lo que ella introduce, la muerte del individuo, no entran en la representación.

Estamos privados de un goce. Cuerpo y lenguaje se interceptan y comparten un vacío, dos faltas que se recubren mutuamente. De lo viviente del organismo y de su goce nada sabemos; por eso la vida está ubicada en lo real en el nudo borromeo.

El cuerpo, que como sujetos nos corresponde, está afectado por el eco de un decir al que llamamos pulsión. Padecemos esa presión constante, esa exigencia de una satisfacción imposible.

El lenguaje tiene doble efecto en la construcción de un cuerpo: Por un lado, horadando vía demanda del Otro, operación de vaciamiento por la cual quedan los agujeros con sus bordes y los objetos caídos por el corte, separados del cuerpo que aún no es; y como segundo efecto, unificando por medio de la identificación a la imagen especular, revestimiento del Yo al objeto perdido, verdadero sostén de la imagen.

El cuerpo es un hecho de discurso, y el discurso, en tanto enlace significante radical, es el destino. La diferencia sexual depende de la inscripción de los cuerpos en la función fálica. El Edipo es el artefacto simbólico por donde pasan los cuerpos para sexuarse. Es la argumentación necesaria de un hecho de estructura donde se juegan las relaciones del sujeto con la castración.

El cuerpo, como lugar donde el Otro deja sus marcas, donde se inscriben la historia y los ideales de la cultura, es hoy norrmalizado y estandarizado a través de las numerosas ofertas de reciclado que intentan negar la ruina y la disolución a la que el cuerpo está destinado.

El Yo inflado del mundo actual saturado de objetos descartables, “siendo el cuerpo uno de ellos”, no puede disolver la intromisión de la discordancia que hace presente el inconciente.

El cuerpo en la clínica, no deja de encarnar en su sufrimiento la pregunta por el deseo. Pregunta que se intenta acallar con la nueva ortopedia de los múltiples dispositivos para modificar su sufrimiento. Lo simbólico es el primer cuerpo, y “el inconsciente es un término metafórico para designar el saber que no se sostiene más que presentándose como imposible” 3, es decir, un saber real.

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1 Lacan J. El Reverso del Psicoanálisis. Seminario 17. Buenos Aires. Paidós. 1992. p.52
2 Lacan J. Radiofonía y Televisión. Anagrama. Barcelona. 1993. p.17
3 Lacan J. Ídem. p.43

Una pregunta inicial ha sido el disparador de mi recorrido ¿Qué incidencias tiene la época actual, bajo la lógica del discurso capitalista, en el cuerpo?

La época actual se caracteriza por el predominio del discurso capitalista sumado al avance incesante de la tecnociencia, que empujan a los sujetos hacia los excesos. Donde el objeto a está posicionado en el cénit de la sociedad; como expresó Jacques-Alain Miller.

Varios interrogantes surgen bajo estas coordenadas planteadas, ¿cómo logran las culturas, en esta época, ordenar los cuerpos?; ¿Es posible que el avance de la ciencia y de la técnica, bajo la lógica del discurso capitalista, incidan en el modo de pensar cuerpo y concebir el sujeto?

Martín, de 30 años, consulta debido a crisis de angustia e insomnio. Se siente angustiado debido a que no puede seguir con su modo de vida nocturno, que sostiene desde los 16 años. Relata una serie de excesos (drogas, alcohol, mujeres) “son encuentros con la nada misma…son vacíos. Pero no puedo parar.” Le preocupa que su cuerpo ya no rinda como antes; “no puedo seguir el ritmo que tenía” Se le pregunta; ¿no puede o no quiere seguir con ese ritmo? Se angustia. Refiere que él quisiera comenzar a disfrutar de otras cosas. “Ya no puedo seguir sosteniendo una vida sólo de joda…no se puede vivir de excesos”. Se señala el límite que introduce el cuerpo; “no se puede todo, hay un límite”.

Las presentaciones actuales en la clínica, nos llevan a investigar y pensar las incidencias que tiene el discurso capitalista en el sujeto. La ciencia comienza a borrar los límites que diferencian el cuerpo del organismo; logrando promover técnicas para la regulación del cuerpo y sus modos de gozar. Es una época en donde se prioriza el derecho a poder gozar del modo que sea, pero que a su vez tiene como contraparte un imperativo feroz que deja a los sujetos inmersos en un circuito de consumo interminable de objetos gadgets a los que se le supone la propiedad de colmar el vacío estructural. Estamos frente a una sociedad de consumo que “sostiene así la insatisfacción de un cuerpo que nunca podrá responder a lo que se espera de él” 1; surge así la concepción de cuerpo consumidor en búsqueda de un rendimiento pleno y prolongado, que está destinado a un fugaz fracaso una y otra vez. ¿Ésta concepción tiene como reverso un cuerpo como objeto de consumo? Bajo esta lógica el cuerpo para el sujeto, se vuelve extraño y angustiante; debido a la presión constante de “poder” rendir de manera óptima, de “poder” lograr un más allá de los límites, más allá de lo imposible. Frente al fracaso, padece de impotencia y hasta comienza a complicarse su lugar dentro de esta sociedad.

El psicoanálisis, nos enseña que el cuerpo es el resultado del impacto mortificante del lenguaje, el cual instala una pérdida original. Como efecto del significante, la relación cuerpo y sujeto se caracteriza por un efecto de extrañeza invariable. Se podría pensar que esta extrañeza es invariable en el tiempo; pero me lleva a preguntarme ¿cómo lograr introducir, en esta época sin límites que empuja al exceso constantemente, algún borde frente a la imposibilidad estructural de cada uno?

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1 Zygmunt Bauman; Vida líquida; Buenos Aires, Editorial Paidós; 2006.
Bibliografía
Aperiódico Psicoanalítico; Cuerpos 2. El Cuerpo en el Siglo XXI; N°24; Julio 2013.
Aperiódico Psicoanalítico; Cuerpos; N°19; Mayo 2010.
Belaga, Guillermo; Trauma, Angustia, Sintoma: Desafíos de la biopolítica; 1era edición; Olivos: Grama Ediciones; 2014. Byung-Chul, Han; La agonía del Eros; 1era edición; Herder Editorial; 2014.
Dispar Revista de Psicoanálisis; La Época y la Pulsión; 1998; N°1; Editorial Tres Haches.
Enigmas del cuerpo. Revista de psicoanálisis; publicación anual del Departamento de estudios “psicoanálisis y cuerpo”; CIEC; año 4 n°4; Abril 2013.
Enigmas del cuerpo. Revista de psicoanálisis; publicación anual del Departamento de estudios “psicoanálisis y cuerpo”; CIEC; año 1 n°1; Abril 2010.
Lacan, J., El reverso del psicoanálisis. Seminario 17, Paidós, Bs. As., 1992.
Laurent, Eric; Cuerpos que buscan escrituras; 1era edición, CABA: Paidós, 2014.
Laurent, Eric; Hablar con el propio síntoma, hablar con el propio cuerpo; Septiembre 2012.
Miller, Jacques-Alain; Embrollos del Cuerpo; 1era edición; Buenos Aires; Paidós, 2012.
Miller, Jacques-Alain; “La invención psicótica” en El Caldero de la Escuela, Nueva serie n°11; Buenos Aires, Grama Ediciones, 2009.
Miller, Jacques-Alain; “Una Fantasía” en Conferencia en Comandatuba IV Congreso de la AMP 2004; Comandatuba, Brasil.
Miller, Jacques-Alain; Biología Lacaniana y Acontecimiento del cuerpo; 1era edición; Abril 2002; Colección Diva.
Miller, Jacques-Alain; El Otro que no existe y sus comités de ética / con colaboración de Eric Laurent; 1era edición, Buenos Aires, Paidós, 2006.

Un hombre cada día hace como sí se lavara los dientes, no tiene ningún cepillo, sin embargo lo carga con cuidado con la pasta de dientes y hace el gesto de limpiar su boca con esmero. Luego mueve una brocha que no tiene sobre un jabón de afeitar del cual carece, se esparce la espuma que no hay sobre el rostro y se afeita con meticuloso cuidado sin implemento alguno. Finalmente lava su cuerpo con agua sucia y sin jabón.

Un buen día, uno de sus compañeros del campo de concentración le pregunta a ese hombre por qué hacía todo eso cada día y ese hombre responde sin vacilar, porque su cuerpo lo necesita, porque su cuerpo no es un cuerpo si no tiene metáforas humanas.

El ritual sostenía y metaforizaba su cuerpo cautivo y deshumanizado en cuerpo humano. El relato lo tomé de los recuerdos de Primo Levy.

Otro autor Eli Wisel, escribió varios libros sobre campos de concentración. Él lo hizo desde la literatura, y podemos extraer de sus relatos una pregunta que latente ronda por lo que escribe:

¿Cómo puede morir un cuerpo en el momento preciso que no tiene más metáfora. Qué función tienen las creencias, las ficciones, las esperanzas, para sostener el cuerpo en vida.

Las historias de Wisel hablan de hombres que habían sobrevivido a lo indecible. Cuerpos que sostenían la vida contra cualquier pronóstico. Pero bastaba la llegada de un nuevo tren al campo, y con el tren las noticias, tal vez la noticia funesta que la mujer había muerto en otro campo; y en solo tres minutos, él lo dice: bastaban tres minutos, para morir a quiénes habían sobrevivido durante meses, el cuerpo cedía la vida sin resistencia alguna cuando ya no había nada que esperar y nadie que los espere.

Pensando en voz alta es una iniciativa para celebrar.

En esta oportunidad y tal vez por haber trabajado sobre la segregación en las últimas jornadas de Medifé en Mendoza, recordé estos ejemplos que introducen de la manera más contundente, (al menos así lo pienso) la idea de que el cuerpo se sostiene en la metáfora, si de cuerpos hablantes hablamos, al menos para nosotros analistas, que entendemos que el sujeto es efecto del encuentro del cuerpo con las palabras, no es anterior (el sujeto) a está afectación, como tampoco es anterior el cuerpo. El lenguaje discierne el cuerpo y se hace cuerpo entre otros.

Relacionado de alguna manera con el tema de cuerpo y pulsión, que trabajó Rubén, deseo compartir un comentario del libro de Georges Goldschmidt: “Cuando Freud conoció la mar, Freud y la lengua alemana”

Creo que es pertinente por la referencia a la construcción de conceptos como pulsión y la concepción del cuerpo en psicoanálisis.

El autor destaca el equívoco en el extendido prejuicio de asignar a la lengua alemana ser la lengua del racionalismo abstracto. El psicoanálisis nació en el seno de la lengua alemana, y señala que ésta está construida sobre el movimiento de elevación y declinación de la caja torácica, el célebre Fort Da no expresaría, a la vista del autor del texto, otra cosa. Subraya que en alemán todo parte del cuerpo, todo lo atraviesa, todo es movimiento: der Leib es el cuerpo que es la vida misma, das Leben. La vida en carne y hueso, del todo diferente que el Körper que surge del “corpus” latino; der Leib es “el cuerpo que soy”

El traductor del texto de Goldschmidt, Niklas Neuber, ilustra la polifonía en el concepto Trieb. Distingue cuatro campos de significación, no excluyentes. En primer caso el uso verbal cotidiano, el de la lengua diaria, designa la acción de trieben se emplea por ejemplo en ganadería: das Vieh trieben llevar o conducir el ganado. Segundo, en la lengua literaria del siglo XIV como Antrieb, una forma sustantivada, o como Antreiben: llevar, apurar, la curiosidad lo llevo a esto o aquello, apresurar, eine Maschine antreiben accionar una máquina; pero también Wolken treiben vom Western an nubes llegan desde el oeste… Refiere por tanto una fuerza activa (accionar) como asociada a un desplazamiento pasivo, las nubes flotando en el viento. En tercer caso der Trieb empleado en un contexto asociado a procesos de máquina, que implica una propulsión mediante una energía que mueve o desplaza una máquina. Y por último der Trieb es adoptado en el sentido de un Trieben orgánico, vivo, vital. En el ámbito botánico designa la acción de echar brotes, der Trieb en este caso sería el empujar, el presionar, el abrirse paso.

Esta breve incursión de Neuber por la lengua alemana a propósito del vocablo der Trieb emparenta sus múltiples significaciones y su aplicación al concepto en el psicoanálisis, traducido al español como pulsión; destacando la elasticidad de la palabra para pasar de verbo a sustantivo o a adjetivo.

Volviendo a Goldschmidt, su argumento es que Freud dejaría hablar la lengua, sin forzarla u obligarla a decir algo que no esté ya en ella, simplemente escuchándola. Y conserva en der Trieb como también en der Leib, toda la polifonía de las significaciones.

Quizá el efecto de las tramas de la singularidad de una historia subjetiva, sea un recorte en este panel de significaciones.

Termina Goldschmidt su texto con un poema de Max Moritz Kalau:

Y vuelve a regalar la mar

Lo que ella tomó;

Como venido desde lejos

En el fluir de los días aún

Emergen las nubes.

-" NO ESTOY ENFERMA, ESTOY ROTA"-

Fridha Kahlo no planeaba convertirse en artista, su vida atravesada por el dolor y el sufrimiento hizo que, más tarde, en los trazos de su obra encontremos el testimonio y la escritura de ambos.
Durante su adolescencia el autobús en que viajaba, sufre un violento accidente en el que se fractura la columna y la pelvis; queda inmovilizada durante meses y debe someterse a 30 cirugías postrada.
Su madre coloca un espejo en su habitación, sobre un caballete, desde donde Frida podía ver su imagen.

-" pero no había sido un mal chiste de mi madre, todo lo contrario, de pronto allí debajo de ese espejo omnipresente, se hizo imperioso el deseo de dibujar"-

-" así no rompí el espejo que tanto me atormentaba, hubiera destrozado mi identidad misma...no es solo reflejar mi imagen lo que me ha hecho pintarla, sino recomponer la otra imagen, la realidad de mi cuerpo, esa si realmente rota"-

La mutilación como efecto en lo real, signa su obra que, como producción, es un intento de rearmar las piezas sueltas de ese cuerpo roto.

No solo el sufrimiento por la enfermedad será el soporte y lo que se muestra en su obra, también la relación con Diego Rivera la atormentaba.

-" he tenido dos grandes accidentes en mi vida: en autobús y Diego, Diego es por mucho, el peor-"

...estragos en el cuerpo y en el amor....

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Las citas son de la biografía de Frida Kahlo de Jamis Rauda.

Aprovecho este espacio tan oportuno en el marco de las próximas jornadas, para compartir con Uds. algunas ocurrencias.

Un cuento de Juan José Saer 1 nos permite acercarnos, como solo en la literatura excepcionalmente se logra, y captar el peso de lo real en la construcción de “la casa humana” parte de una poesía de Alfonsina 2 , que la poeta de la ficción saeriana nos ofrece.

Un texto donde lo escrito en el cuerpo, o sea su tramado, da cuenta de cómo la realidad es un montaje pulsional, y el deseo se orienta desde esa única perspectiva. Eso, que llamamos fantasma, construido con retazos de lo visto y oído, es necesario que pueda desplegarse en un análisis, en representaciones que aunque fragmentarias, hacen signo de un goce que parasita el cuerpo. Un analista escucha en el dicho, un decir, y orienta el acto interpretativo a rectificar un circuito pulsional, que siempre recorre los bordes erógenos del cuerpo, bajo repetición, que se hace hacer siempre lo mismo.

Adelina Flores, poetisa en la ficción, escribe, construye el presente, que llama “ahora”, con fragmentos de recuerdos que se amalgaman en ese momento, “…Ahora estoy sentada en el sillón de Viena, en el living, y puedo ver la sombra de Leopoldo que se desviste en el cuarto de baño”…” puedo ver su sombra agrandada sobre los vidrios esmerilados de la puerta del baño…” 3

El “ahora” se extiende en el espacio y da lugar a la construcción de su “casa humana”, sexualidad y muerte recorren ese armado del cuerpo, que como los colegas que me anteceden plantean de distintas maneras, es en el decir, donde se verifica la resonancia del Inconsciente en el cuerpo.

Algunos escritores, los de verdad, dicen de manera poética, matemas, nudos y topología, que los analistas nos rompemos la cabeza para entender o transmitir, escuchen esto: “Ese sueño vuelve casi todas las noches, como si una aguja formara con mi vida, de un modo mecánico y regular, un tejido con un único punto.” “La voz que escuchamos sonar desde dentro es incomprensible, pero es la única voz, y no hay más que eso…..” “El tiempo de cada uno es un hilo delgado, transparente como los de coser, al que la mano de Dios le hace un nudo de cuando en cuando y en el que la fluencia parece detenerse nada más que porque la vertiente pierde linealidad. O como una línea recta marcada a lápiz con una cruz atravesándola.”

Con eso contamos, sabemos que el cuerpo del analista, provoca la reedición de lo visto y oído vía transferencia, saber hacer de un borde litoral, una letra que escriba otro punto, que refute el sentido unívoco de la Demanda, es lo que entiendo Lacan llama Función Deseo del Analista.

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1 Juan José Saer (Serodino, Santa Fe 1937 – París, 2005) Unidad de Lugar (1967; Seix Barral, 1996) 1er cuento “Sombras sobre vidrio esmerilado”

2 Alfonsina Storni (Sala Capriasca, Suiza, 1892 – Mar del Plata, Argentina 1938) Poesía “Contra Voz”
3 El poema que Adelina Flores va creando en el cuento, y que no se lee sino por fragmentos intercalados en el relato vale leerlo, por cuestiones de lugar solo menciono el anteúltimo párrafo:
Ah, si un cuerpo nos diese aunque no
dure
cualquier señal oscura de sentido
como un olor salvaje que perdure
contra las formaciones del olvido

Are You Lost In The World Like Me?

Celebro pensar en voz alta con otros e ir urdiendo la trama que sostendrá nuestras próximas jornadas.

Como se trata de hilos, me tomaré de los que dejaron planteados Rubén Bustamante y Patricia Martínez en sus textos. Cada uno por un sesgo diferente bordearon una pregunta: ¿cómo se produce y cómo se sostiene un cuerpo en el hablante? Pregunta acuciante que subyace hoy a las consultas por los cuerpos agitados, alterados, inhibidos, consumidos; de los niños y adolescentes…y no sólo de ellos. Suelo pensar que el cuerpo para nosotros, sujetos del lenguaje, cabalga siempre entre lo extraño, la forma y la medida. La extrañeza y extimidad de un goce, que tan propio como ajeno a la vez, se presenta en ocasiones bajo el signo de la angustia y hace notar que el cuerpo es algo que se tiene…no todo el tiempo. Para soportar lo extraño nos guarecemos en algunos recursos que tanto Freud como Lacan esclarecieron: la imagen, la identificación, y la gramática pulsional que hace posible localizar satisfacción e introduce un orden económico con ganancias y pérdidas. Cada uno de esos recursos tiene su complejidad, su alcance; y también su revés. No voy a entrar en eso ahora. Sí me interesa resaltar, siguiendo a Freud en “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), que esos recursos no son sin relación al otro. Como afirma Freud: “En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.” (2007, Amorrortu editores, pág. 67)

Recuerdo entonces que Lacan en la Clase II del Seminario 6, “El deseo y su interpretación” (1958-1959) ubica lo esencial de la función madre en el hecho de que allí donde se le habla a un niño, se hace entrar la signatura de la articulación significante. Y en “Dos notas sobre el niño” (1969) ata la función de la familia a “… lo irreductible de una transmisión (…) que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (1988, Manantial, pág. 56)

Qué hay hoy, en nuestro mundo de tecno-ciencia y capitalismo, de ese deseo no anónimo que hace posible que la signatura entre en la carne y vivifique un cuerpo?

Encontré en una de las obras de Steve Cutts, ilustrador inglés dedicado a satirizar los excesos y desvaríos de nuestro tiempo; la mejor manera de decirlo, más específicamente, de mostrarlo. Se los recomiendo!

Moby & The Void Pacific Choir - Are You Lost In The World Like Me?

https://youtu.be/VASywEuqFd8

El cuerpo tecnológico. Una lectura de “Black Mirror”.



En este comentario haré hincapié en la separación que podemos ubicar en la enseñanza de Jacques Lacan entre el ser y el cuerpo. En la enseñanza de Lacan podemos mencionar un primer momento donde el cuerpo aparece como lo visible, reducido solo a su forma, a su imagen. En un segundo momento hay una especie de recuperación de algo del cuerpo que está más allá de la imagen y encontramos allí al objeto a, donde Lacan, siguiendo la pista freudiana de la pulsión, ubica un cuerpo, pero “sublimado, trascendido por el significante” 1. Y es que, por más real que se lo pretenda el objeto a queda, en su enseñanza, relegado a ser un “subproducto” de lo simbólico, un semblante. Hasta aquí y haciendo una escansión importante señalando bloques conceptuales, tenemos a un cuerpo significantizado. Recién a partir de la afirmación “Hay de lo uno” ubicamos un cuerpo que responde a otra lógica. Es este cuerpo el que es Otro del significante y no el lenguaje lo que es Otro para el sujeto. En esta perspectiva es que se ubica la separación entre el ser y el cuerpo. El sujeto no podrá ubicar un ser a partir del cuerpo: no soy un cuerpo, tengo un cuerpo. Esta disimetría fundamental tendrá sus consecuencias en la subjetividad. ¿Acaso podemos leer una de estas consecuencias a partir del uso actual de la tecnología en la serie Black Mirror?

Cuando me propuse escribir sobre el tema de las jornadas 2 inmediatamente pensé en las imágenes de esta serie muy famosa de tinte futurista que habla de cosas cotidianas en un tiempo no muy lejano. Podemos encontrar en la web una especie de sensación compartida por los espectadores. La serie generaría un clima “profundo y aterrador”. El propio Stephen King, la describió como “aterradora” 3. ¿Se trata en el espectador de un efecto de “extraña familiaridad”, para tomar el precioso texto de Freud donde describe estas situaciones familiares que se vuelven extrañas? Recordemos que Freud escribe este texto inspirado por la lectura de la novela “el hombre de arena” de Hoffmann 4. Black Mirror transmite algo de esto. Por una parte lo extraño: la serie no transcurre en un tiempo actual. Es decir no asistimos – aún – a las cuestiones volcadas en esas imágenes pero, conocemos del avance de la tecno-ciencia en los cuerpos y allí es donde surge lo familiar: esto podría ocurrir y en un futuro no muy muy lejano. Vemos que no se trata en Black Mirror de las galaxias muy muy lejanas de Star Wars que dejan tranquilo al espectador, precisamente por la lejanía de las galaxias donde ocurren las guerras, tranquilos que Darth Vader es ciencia ficción.

BM nos habla de un cuerpo “que tenemos”, pero no se sabe hasta cuándo. Muchos de los capítulos rondan alrededor de la idea de que es posible capturar la mente y que esta quede desprovista del cuerpo. Con la “trampa” de mostrar que la esencia del sujeto es su “sistema de pensamientos”, muy ligado al concepto de memoria de la cibernética. Vemos esta trama en capítulos como “San Junípero”, “Vuelvo enseguida”, “Blanca Navidad”, “USS Callister” y “Black Musseum”. Se trata en estos capítulos de una “vida” reducida a los recuerdos que se repiten de manera permanente y donde: es imposible morir. Es decir que BM es también el tratamiento moderno de un real: extraer la mente del cuerpo para evitar la muerte. Otros capítulos hablan de un “cuerpo intervenido tecnológicamente” para diferentes propósitos. Allí está en juego la mirada, ¿qué miramos? Se trata de una mirada sesgada a partir de su “uso social”. No hablamos aquí, por supuesto, de la mirada como extraída del cuerpo, como el cuadro donde los ojos extraídos “miran” al sujeto, como es pensado por Lacan a la altura del seminario sobre la angustia. Es una mirada ligada al reconocimiento del otro, “Caída en picada”, “El hombre contra el fuego” o “Toda tu historia” muestran esta perspectiva.

Vemos la “cultura del like” llevada al extremo en uno de los capítulos ya mencionados donde todo en la vida pasa por la interacción instantánea en las redes. Otro, muy interesante para pensar la incidencia de la tecnología y la opinión pública en la política, habla de un cuerpo “dirigido” por la opinión pública que da de comer a una multitudinaria audiencia sedienta del espectáculo. Este cuerpo “dirigido” aparece también en un capítulo donde la PC de un joven es intervenida obligándolo a hacer determinadas cosas.

Black Mirror, traducido como “espejo negro” es, según su creador Charlie Brooker, “la pantalla negra de los dispositivos electrónicos”. Pero como el nombre lo indica no se trata de una mera pantalla sino de un “espejo”. Cuando los dispositivos tecnológicos están apagados reflejan una imagen opaca de cada uno. Cuando están prendidos reflejan una imagen que llevada al extremo parece rondar la locura. Brooker dice que su serie muestra los “efectos secundarios” de la tecnología. En China, donde la serie es particularmente famosa, un diario la nombra como el “apocalipsis del mundo moderno”. Cabe entonces la pregunta ¿qué lugar para el psicoanálisis con estas intervenciones tecnológicas sobre lo real del organismo que pretenden borrar lo que hace a un sujeto siempre evanescente o las particularidades del lazo con el otro o, aún, a los más singulares modos de goce, que son evanescentes pero si únicos y no pueden prescindir del cuerpo? Asistimos a algo de este mundo en la actualidad, tendremos que estar a la altura de la época.



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1 Miller, J-A “Tener un cuerpo”, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis Nº 17, Noviembre 2014, Grama Ediciones, Buenos Aires.
2 Me refiero a las Jornadas de Salud Mental de Medifé “Las tramas del cuerpo” que se realizarán en la Ciudad de Córboba en Septiembre de 2018.
3 Podemos encontrar esto en su cuenta oficial de twitter, publicado el 7 de diciembre de 2014.
4 Freud, S. “Lo ominoso”. 1986. Amorrortu, Buenos Aires.

La inmediatez.

¿Estar a tiempo y en forma de imagen-?

Pensar las adolescencias tomando el aspecto vincular de esta etapa, el escenario social, virtual, histórico y situacional como lugar de anclaje y puesta en marcha de las posibles identificaciones e ideales.

Es en este converger de áreas y escenarios donde aparecen y se despliegan las relaciones y a la vez el mundo interno y externo de las y los adolescentes. Las imágenes y las pantallas se ofrecen como lugares continuos y simultáneos donde mirarse y a la vez mirar, posibilitando o no, una imagen de sí mismos.

Hoy para muchos y muchas adolescentes, lo que suceda en ese espacio es incorporado, como imágenes instantáneas que ingresan y se “instalan” como verdad propia y de los demás. Sin cuestionarlas, sin mediatizar, sin relato, sin historia, se es lo que se ve y se muestra lo que se quiere que otros vean. Otras veces no son necesarias las pantallas para proyectarse, y entonces se muestra en vivo y en directo aquello que es soportado por la imagen. Como un soporte débil y frágil que regresa como boomerang, en el mejor de los casos, en “signo-soporte” de pregunta o angustia.

Entonces, si lo que importa es lo que se ve y se muestra, ¿poco importará lo que se sienta y piense? ¿Y si no se muestra, entonces no existe? ¿Estaríamos muertos? y si estamos muertos ¿cómo podemos devenir sujetos del vínculo? ¿Cómo se realiza la inscripción vincular en estos nuevos contextos de pantalla?

La significancia del vínculo, es la operación que transforma el estar unidos en estar vinculados, como conjunto de valores que dan sentido singular al vínculo y que lo hace diferente a cualquier otro. No es lo mismo estar relacionados que estar vinculados, devenimos otros al estar vinculados, otros de los que éramos antes, nos modificamos.

Pero ¿qué pasa cuando esta operación de la significancia, que transformaría el uno a uno en dos, no se da?. Es decir, muchos adolescentes, están conectados y unidos a otros todo el tiempo a través de las pantallas. Y al mismo tiempo, algunos se sienten profundamente solos, y a la vez temen vincularse. Situación paradojal difícil de afrontar.

Quizás, ante esto, habrá que abrir y seguir pensando otras formas posibles de significar los vínculos y construir identidad. Sin eliminar las imágenes, pero ofreciendo otros contextos, otros espacios donde ellos y ellas sientan que pueden hacer-se presentes y no solo con la imagen. Ofrecer-se desde la escucha terapéutica, es uno de ellos, para ir nombrando lo que sienten y lo que habla aun sin palabras, a la vez, enlazar deseos y dar lugar a la fantasía –como otras formas de imagen- abriendo dudas, allí donde las imágenes solo dan certeza.

El tubo nada deseaba, nada le resultaba estimulante. “… Una singular mezcla de plenitud y vacío… Filtraba el universo y nada retenía.” El tubo se bastaba a sí mismo, concentrado “en su vocación cilíndrica”. Permanecía inmóvil, silencioso. Sus ojos, siempre abiertos, carecían de mirada. “La mirada es una elección…es en primera instancia un rechazo… La vida comienza donde empieza la mirada”. Los padres renunciaron a convertirlo en ser humano. Así relata Amélie Nothomb los primeros dos años del personaje de su novela “Metafísica de los tubos”* En una ocasión, sin razón aparente, el tubo comenzó a gritar con furia, su cuerpo empezó a moverse, a pegar. Padeció lo que la autora llama un accidente mental, una notoria desregulación en la continuidad de su ser de tubo. Se enfurecía con todo aquello que escapaba a su dominio. “¡La planta se ha despertado!” exclamó en un momento el padre.

La furia cesó a partir de un encuentro; un gesto de la abuela, quien le acercó un chocolate mientras le hablaba. Sucedió algo inédito: primero desconfianza seguida de sorpresa, miedo y deseo, luego el olor y el placer al saborear el chocolate. Experiencia que la niña quiso repetir. La niña se dejó alzar por su abuela. Allí fecha su nacimiento.

Este acontecimiento involucra una oferta, un deseo que aloja a la niña, algo que toca al cuerpo y un consentimiento. Algo se recorta y se encauza a partir de ese momento, una regulación que antes no había. Surge la pregunta ¿Qué hace que un cuerpo sea tal? Hay decires, gestos, miradas de los otros que andan por ahí que impactan. Pero también es necesario ubicar la responsabilidad del sujeto: frente a qué se deja impactar y cómo articula dicho impacto. Tomando prevalencia la contingencia en que se funda. Esto tendrá consecuencias en su constitución como sujeto y en su cuerpo.

*Fragmentos de “Metafísica de los tubos” de Amélie Nothomb. Anagrama, Colección Compactos.

En nuestra época observamos que, a diferencia del tiempo en que la religión regulaba los lazos y los goces, o el Ideal regulaba las identificaciones y la orientación del sujeto, la comunidad no se organiza alrededor del Nombre del Padre y sus referencias.

Lo que cuenta ahora son los discursos y como diría Ludwig Wittgenstein los límites del mundo son los límites del lenguaje. El sentido del lenguaje lo da el uso y se apoya en una práctica común del lenguaje. Se trata de una forma de vida compartida. Las significaciones, la comprensión, el acuerdo entre significante y significado pasa a ser un asunto de comunidad y de experiencia compartida. La comunidad forma la acción de los discursos y lo que cuenta es la promoción de una insignia de goce en una comunidad dada. Esta insignia de goce engendra una fraternidad fundada en los modos de gozar y no sobre antiguos significantes que ya no funcionan como ideal. Ahora estamos frente a lo múltiple de las comunidades, que se establecen a partir de formas de goce compartidas. En ese sentido se puede afirmar que la civilización ya no se concibe como “Una”.

Esto me llevó a pensar en el uso del lenguaje político contemporáneo sobre todo a nivel de los medios de comunicación y en la llamada “posverdad”, donde las aseveraciones dejan de basarse en hechos objetivos, para apelar a las emociones, creencias o deseos del público. Generando identificaciones masivas basadas en esas creencias. Más que sujetos, se trata de consumidores; más que ciudadanos, se trata de audiencias; más que responsabilidad, se trata de satisfacción.

Lacan habló de razas de discurso. La raza de la que habla no depende de una biología o de una antropología sino de cómo se ubican los sujetos con relación a un discurso. Para él, el racismo es asunto de discurso y por eso va a prescindir de los tiempos en que predominaba el Significante Amo, el del Ideal o el del Padre.

La dificultad es que si lo que predomina es el objeto de goce por sobre el Ideal, en ese nivel el sujeto no puede ubicarse en el goce del otro, identificándose y al mismo tiempo mantener una diferencia. Por eso las comunidades que se fundan en una insignia de goce no pueden constituirse en un espacio de discurso común. No pueden mantenerse unidas.

En ese sentido pienso en la llamada “grieta” del discurso en la Argentina actual. La grieta nombra, a mi parecer, esa forma de racismo de discurso fundado en una insignia de goce, y a la vez incrementando la impotencia para dialectizar los antagonismos propios de cualquier comunidad. Allí donde se deberían debatir las diferencias, se introduce una fractura en la comunidad como modo de ruptura del lazo social.

En las sociedades democráticas donde se promueve el derecho para todos y al mismo tiempo se instala la exclusión social, se produce una tensión, un malestar. Es inevitable la emergencia de fenómenos de violencia, de exceso, de conductas de actuación en la medida en que ese derecho al goce se uniformiza a escala horizontal mientras que el acceso al mismo se realiza en forma vertical, es decir solo para algunos.

Paralelamente a la evaporación del Nombre del Padre, y desde la cicatriz que ha ido dejando su huella, surgen nuevas formas del discurso del Amo. Las mismas pueden ser respuestas colectivas como los nuevos fundamentalismos, con su cuota de radicalización y violencia segregativa.

Pero también las respuestas pueden ser individuales, como los tatuajes ilimitados en cantidad y en calidad, los piercings a repetición, o los cortes en el cuerpo, todos ellos pseudos- significantes Amo hechos surgir desde el sujeto mismo en su individualidad. Como los cuerpos quedan atrapados en los discursos de una época aquí no se trata de ninguna renuncia, sino de ir tras el plus de gozar, como imperativo de la época.

En la época del hiperindividualismo hedonista de masa, asistimos a una radicalidad sin contenido de los comportamientos y representaciones, un deslizamiento al extremo en los signos y hábitos de los cotidiano, en todas partes el mismo proceso extremista está en marcha, ninguna pérdida en la que el sujeto tenga que poner en juego una parte de sí, para tener un lugar en el Otro, castración mediante. De lo que se trata, y por supuesto, no en todos los casos, es de hacer surgir un Significante Amo y en ese punto no hay dignidad. Como una sombra o un reflejo nos muestra la grieta en el cuerpo.

Pienso que el discurso Analítico puede ayudar o favorecer a mantener vacíos los lugares ocupados por las identificaciones actuales, para dar lugar a las verdaderas diferencias de cada uno, sin alimentar de sentido los síntomas sociales, para llegar a hacerlos causa de una conversación, haciendo aparecer lo imposible en juego. Esa intenta ser, allí donde se presente, nuestra apuesta en la civilización.

Escribir. No puedo. Nadie puede. Hay que decirlo: no se puede. Y se escribe. Lo desconocido que uno lleva en sí mismo: escribir, eso es lo que se consigue. Eso o nada. Se puede hablar de un mal del escribir. Hay una locura de escribir que existe en sí misma, una locura de escribir furiosa, pero no se está loco debido a esa locura de escribir. Al contrario. La escritura es lo desconocido. Antes de escribir no sabemos nada de lo que vamos a escribir. Y con total lucidez. Es lo desconocido de sí, de su cabeza, de su cuerpo. Escribir no es ni siquiera una reflexión, es una especie de facultad que se posee junto a su persona, paralelamente a ella, de otra persona que aparece y avanza, invisible, dotada de pensamiento, de cólera, y que a veces, por propio quehacer, está en peligro de perder la vida. Si se supiera algo de lo que se va a escribir, antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría. No valdría la pena. Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos – sólo lo sabemos después- antes, es la cuestión más peligrosa que podemos plantearnos. La escritura: la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.

(Fragmentos del libro Escribir, Ed. Anagrama, Madrid, 1998) Marguerite Duras-(Marguerite Donnadieu)

Dirá Jacques Lacan en Televisión: “El hombre no piensa con su alma como lo imagina el Filósofo, piensa porque una estructura, la del lenguaje recorta su cuerpo que nada tiene que ver con la anatomía” .

A diferencia del saber de la Ciencia y su correlato médico, el cuerpo para el psicoanálisis no es algo dado, no es constitutivo sino que se constituye, se construye. El cuerpo es consecuencia del encuentro con la lengua, la cual proviene del Otro. Ese cuerpo al que nos referimos en psicoanálisis será producto del encuentro y el desencuentro dentro del campo del lenguaje. Lenguaje que hablará de sus síntomas, de su malestar, de su padecimiento.

Quise compartir el fragmento de Marguerite Durás porque me pareció pertinente al tema que nos convoca. El cuerpo. El cuerpo deviene tal por la escritura que los significantes dejan como rastros, como marcas de goce que vienen del Otro. Los analistas buscando el cuerpo nos encontramos con el texto como dice la autora “Si se supiera algo de lo que se va a escribir, antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría”. Escritura que nos reenvía nuevamente a la falta en ser que constituye nuestro Cuerpo.

Pensar en voz alta, como un ejercicio de tornar externo aquello que se inscribe, de manera amorfa, en el mundo interno. Pensar en voz alta como intentos de corresponder palabras a los pensamientos. Pensar en voz alta como posibilidad de detenerse entre tanta vertiginosidad, como una invitación a problematizar lo cotidiano, lo colectivo, lo singular.

Pensar en voz alta como equipo para, entonces, hacer, de aquel lenguaje interno propio, una amalgama que aloje, que oriente, que sostenga, que respete espacios y tiempos, que pueda ante todo, brindar albergue a los sujetos y sus sufrimientos.

Interrogarse acerca de los entramados clínicos, implica detenerse en los modos de goce, de sufrimiento, de constituirse sujetos, y he aquí, el enhebrador fundamental: el cuerpo, los cuerpos. Cuerpos silenciados, cuerpos que gritan, cuerpos que no soportan lo ajeno….cuerpos disfrazados, cuerpos enojados, cuerpos que hablan un idioma extranjero…cuerpos imposibilitados, cuerpos movedizos e inquietos…cuerpos atrapados, cuerpos que no encuentran, cuerpos con cuerpos...cuerpos revoltosos, cuerpos desmembrados, cuerpos que no soportan las pérdidas…cuerpos que no son cuerpos sin sujetos.

En los tiempos posmodernos que transcurren, los dispositivos clínicos se inscriben en un contexto caracterizado por la licuefacción de los lazos, por la dispersión, la inestabilidad, la incertidumbre, lo instantáneo y fugaz.

Considerar tales entretejidos culturales, implica cuestionar los modos de asumirse en la sociedad, las formas de ser niño hoy, las significaciones entorno a ser madres o padres, lo que se adolesce en la actualidad, los síntomas que se acarrean, los cuerpos que se esperan…

Según Eric Laurent en la entrevista realizada por Marcus André Vieira. El cuerpo hablante: El inconsciente y las marcas de nuestras experiencias de goce, “El lugar del Otro es el cuerpo en tanto recibe una marca, en tanto es el lugar donde se inscribe la marca de lo incorporal de la estructura. Entonces, si lo acercamos a la primera formulación de Lacan: “el inconsciente, es el discurso del Otro”, es lo que se manifiesta en nosotros de la verdad de ese lenguaje material que nos atraviesa. Si remplazamos en la fórmula el Otro por el cuerpo, entonces el inconsciente es el discurso del cuerpo, de ese cuerpo marcado, atravesado por afectos, por marcas que le llegan de lo que experimenta por el hecho que un decir lo atraviesa.(…) toma en cuenta un cuerpo que goza y que está marcado por pasiones, por afectos intensos, siendo la angustia el más intenso (…) Lo hablante del cuerpo es el modo en que el cuerpo no cesa de hacer irrupción por medio de las significaciones personales, de las significaciones de goce que damos al lenguaje que nos atraviesa (…)”

Si ubicamos el inconsciente como aquello que también ejerce efectos sobre el cuerpo, y siguiendo a Freud en su texto comparativo de las parálisis orgánicas e histéricas, encontramos la diferenciación que nos muestra que la parte paralizada de la histeria no responde a las vías neurológicas, sino a las palabras, pudiendo repensar cómo las palabras han recortado el cuerpo, cómo los significantes lo han marcado. Seguimos encontrando en nuestra clínica actual, que lo eficaz para la determinación de la conducta, no es la materialidad del cuerpo, sino la representación que de él se forma el individuo.

Lejos de la fragmentación disciplinar, se apuntala, de este modo, a una clínica de la pregunta y la deconstrucción, del encuentro de miradas, de una escucha que aborde el cuerpo y sus afecciones, el sujeto y sus padecimientos. Supuestos éticos que sostienen una co-construcción en movimiento, un entramado que no deja de re- pensarse bajo el nombre de interdisciplina.

Rayuela, editada en 1963, se esgrime como la obra maestra del reconocido escritor argentino Julio Cortázar. Es en este libro donde el autor pone en cuestión, a través de diferentes personajes y situaciones, el mundo que nos rodea. Es una “interrogación hecha obra de arte, una ventana abierta” . 1

En una época donde el concepto mismo de amor es puesto en juego, la siguiente cita de Rayuela permitirá la interpelación de cuestiones relativas a la praxis psicoanalítica:
“Puesto que había pensado en los poetas era fácil acordarse de todos los que habían denunciado la soledad del hombre junto al hombre, la irrisoria comedia de los saludos, el “perdón” al cruzarse en la escalera, el asiento que se cede a las señoras en el metro, la confraternidad en la política y los deportes. Sólo un optimismo biológico y sexual podían disimularse a algunos su insularidad (…). Los contactos en la acción y la raza y el oficio y la cama y la cancha, eran contactos de ramas y hojas que se entrecruzan y acarician de árbol a árbol, mientras los troncos alzan desdeñosos sus paralelas inconciliables. -En el fondo podríamos ser como en la superficie- pensó Oliveira, -pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Sí, quizá el amor, pero la otherness no dura lo que dura una mujer, y además solamente en lo que toca a esa mujer.” 2

Cortázar ubica la imposibilidad estructural de relación en el hombre: vemos como se sirve de la figura de las paralelas inconciliables para situar la soledad radical del mismo. Sin embargo, y seguido a esto, ubica la figura del amor como solución posible: ante la no relación sexual, la posibilidad del encuentro: es una apuesta al amor como invención, una invención cada vez. Invención singular, ya que, como bien ubica el autor: en lo que toca a una mujer. A un otro. Situándonos un poco más en el detalle, vemos como el cuerpo se sitúa en estas coordenadas: el amor, en tanto salto, acaba en los brazos de otro.

En esta misma línea, y en un capítulo dedicado enteramente al amor, se encuentra esta alusión, donde amor y cuerpo aparecen nuevamente entrelazados:
“Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa” 3

En otras palabras, ante la imposiblidad de la relación, aparece el amor como suplencia 4. Y, también, nuevamente el cuerpo ubicado en las coordenadas del amor: en lo más profundo de la posesión no estás en mí (…) no paso de tu cuerpo, de tu risa. ¿Se puede pensar, entonces, que es el cuerpo condición y punto de encuentro del amor cortazariano?

A partir de esto, podemos ubicar ciertos interrogantes que atraviesan nuestra práctica: ¿Cuál es el estatuto del amor y de los cuerpos en esta época? ¿Qué amor posible sin la presencia de los cuerpos? ¿Se puede hablar de transferencia sin la presencia de los cuerpos?

La cuestión, entonces, es ubicar hoy un entramado posible entre cuerpo y amor.
1 Cortázar, J., Rayuela , Ed. Cátedra, Madrid, 2016. Pg. 20
2 Cortázar, J., Rayuela , Ed. Cátedra, Madrid, 2016. Pg. 239
3 Cortázar, J., Rayuela , Ed. Cátedra, Madrid, 2016. Pg. 592
4 Función del amor destacada por J. Lacan en el Seminario 20.

“El hombre no piensa con su alma, como lo imagina el filósofo. Piensa porque una estructura, la del lenguaje –la palabra lo implica-, porque una estructura recorta su cuerpo, y nada tiene que ver con la anatomía. Testigo el histérico. Esta cizalla llega al alma con el síntoma obsesivo: pensamiento del que el alma se embaraza, no sabe qué hacer”
Jacques Lacan, Televisión

“Pensar en voz alta”, una invitación. Leer, también en voz alta, la contribución de los colegas, una satisfacción. Satisfacción que vale bien resaltar con relación a nuestro tema, el cuerpo.

El psicoanálisis es una práctica en cuyo centro, aunque no sea evidente, se encuentra la cuestión del cuerpo. Un cuerpo que desde el inicio no se confunde con el organismo viviente y que actúa como si la anatomía no existiese… Es sabido, por otra parte, que Lacan no se limitó al estadio del espejo y muy pronto dejó de afirmar sus virtudes de “dominio”. Obviamente pronto dejó de afirmarlas porque desarrolló la estructura del lenguaje e introdujo la tesis del lenguaje que opera sobre el organismo y que hace un cuerpo que da cuenta de hechos de fragmentación sintomática y pulsional. Como dice Colette Soler, “este cuerpo al que llaman suyo es un obsequio del lenguaje”. “Tener un cuerpo” vale por su diferencia con “ser un cuerpo”. Para el ser viviente -un animal cualquiera- se justifica identificar su ser con su cuerpo, mientras que esta identificación no se justifica en el hombre, en la medida en que, por muy corporal que sea, es también sujeto, es decir, falta en ser. Y esta falta en ser como efecto del significante divide su ser y su cuerpo, reduciendo este último al estatuto del tener. De modo que, por poseer un cuerpo, el hombre tiene también síntomas, con los cuales ya no puede identificarse; y es incluso lo que en general se presenta como una disfunción.

Entonces, tenemos un cuerpo que manifiesta un efecto de cizalla en el funcionamiento: cizalla del pensamiento en el obsesivo, cizalla que recorta la anatomía fantasmática de la histeria. Y es justamente el lenguaje la “cizalla”, la tijera que recorta el cuerpo. El corte -significante- precede a la superficie, que sería el producto imaginario, instaurando a su vez algo que Freud llamó zonas erógenas, que son más bien agujero y que se relacionan con la constitución del objeto, el objeto parcial. El objeto es lo que vendría a llenar esa abertura, aunque el objeto es el agujero mismo.

Ahora bien, esta relación entre el lenguaje como cizalla, el cuerpo y el síntoma histérico nos puede resultar bastante clara; pero ¿cómo ubicar allí al pensamiento? ¿qué podría enseñarnos el síntoma obsesivo sobre el pensamiento? ¿Y sobre el cuerpo? Lacan dice entonces que la cizalla del lenguaje tiene un efecto que se prolonga hasta el alma, la psyché. El síntoma obsesivo surge como un pensamiento insistente, compulsivo (zwang) e irreductible que “embaraza” y entorpece lo psíquico, desbaratando cualquier ideal de dominio. El síntoma obsesivo es la contracara de la armonía de la psiquis, entendida como “cuerpo”, podríamos decir, de pensamientos ordenados.

Por último, dado que operamos a través de la palabra, se tratará de cómo incidir sobre lo real del goce desde el significante. Interpretar, si bien existen varias definiciones, atañe a lo que se goza, no solo a lo que quiere decir, que sería la significación. Apunta a constatar, a hacer aparecer lo que se goza, en lo que se dice. Por eso, también la interpretación atañe al corte y toca el cuerpo. Si “donde eso habla, goza”, el lenguaje hecho de lalengua no sirve a la comunicación sino al goce. Por eso, la interpretación equivoca, procede por equívocos en tanto “entraña la abolición del sentido” (Cf. Lacan 1974, 104) e implica un corte del gocentido con el que se nutre el síntoma. Se trata de una interpretación que participa de la letra, en tanto ésta está fuera del sentido y que ataca la relación misma de lo que se escucha con lo que se dice dirigiéndose a lalengua, una dimensión que es la misma que “la integral de los equívocos” (Cf. Lacan 1972, 514). Como dice Lacan en “El momento de concluir”, el analista corta (tranche) y lee tropezadamente, lo que dice es corte en tanto quita el sentido imaginario adherido y de tal forma “participa de la escritura, en esto precisamente: que para él equivoca sobre la ortografía. Escribe diferidamente de modo que por gracia de la ortografía, por un modo diferente de escribir, sueña otra cosa que lo que es dicho, que lo que es dicho con intención de decir, es decir conscientemente, aun cuando la conciencia vaya bien lejos” (Cf. Lacan 1977-78, 20-12-77.

Bibliografía
Lacan, J. (1972-73) El Seminario Libro 20: Aún, Paidós, Buenos Aires, 2004
Lacan, J. (1973) Televisión, en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
Lacan, J. (1974) La tercera, en Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1998.
Lacan, J. (1976-77) El Seminario Libro 24: L’insu que sait de l’ une-bévue s ‘aile a mourre, inédito. Lacan, J. (1977-78) El Seminario Libro 25: El momento de concluir, inédito.
SOLER, C. (2004): La histeria, aún, en ¿Qué se espera del psicoanálisis y del psicoanalista?, Letra Viva, Buenos Aires, 2007.

En tiempos de la tecno-ciencia: Sujeto y cuerpo

Lacan en su texto de 1953,“Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” 1 dice: “mejor que renuncie quien no pueda reunir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas, aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes”.

Esta referencia nos plantea un desafío. Nuestra práctica se desenvuelve en el marco de una sociedad y una época que cambia, donde mercado y ciencia toman el comando del discurso reduciendo el espacio de subjetividad.

En la actualidad los imperativos de rendimiento-éxito que propone la subjetividad neoliberal eluden el concepto de Sujeto y sus determinaciones inconscientes, tomando un lugar radical el discurso capitalista. En este discurso el sujeto se ha convertido en un ente que no depende de nada, solo está allí para que se conecten los lugares, eludiendo de este modo la castración, en una circularidad donde todo es posible. Vale decir que la lógica del sistema capitalista impone una voracidad, una producción sin límites y un empuje a gozar ilimitado, presentándose de este modo un sujeto consumidor-consumido.

Las figuras o modelos que propone el neoliberalismo como la de eterno deudor o el empresario de sí mismo, tienden a disolver el inconsciente, favoreciendo a la pulsión de muerte consumada en diversas manifestaciones clínicas: Ataques de pánico, depresión. Síntomas en el cuerpo: anorexia y bulimia. Dolor generalizado en el cuerpo: fibromialgias, que no incluyen una interpelación por parte del sujeto que las padece, sino una demanda en la que el sujeto no se responsabiliza de sus actos.

Asistimos también a la clínica de la precariedad social y subjetiva: desocupación, violencia social, crímenes; como los modos de la satisfacción pulsional que carecen de la tramitación en lo simbólico.

En “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” 2 Lacan –dice: “…el Edipo…no podría conservar indefinidamente el estrellato en unas formas de sociedad donde se pierde cada vez más el sentido de la tragedia.”

Esta época va mostrando como la decadencia del nombre del padre, conjuntamente con la declinación de los ideales amenaza el discurso del psicoanálisis. Lacan en “la Proposición del 9 de octubre” 3 pronóstico que: “…nuestro porvenir de los mercados comunes encontrará su contrapeso en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación…” en la que el Edipo, el padre y el Ideal caerán, anticipándonos la crisis, la desintegración de la familia tradicional, así como el ascenso al omnividente tecno-mercado de los modos de gozar.

De ahí que el discurso psicoanalítico no tenga garantizado su porvenir. El descubrimiento freudiano que posteriormente desarrollo Lacan da pruebas de ello. Hay algo del orden del goce que no va a favor del sujeto, poniendo de relieve la inadecuación del mismo. Es decir que siempre hay una distancia entre el goce que hay y el que falta.

Ahora bien, cómo orientarnos entonces cuando las condiciones de la práctica requieren intervenciones breves. Cuándo se trata de una urgencia, ¿Dejamos qué de eso se ocupen las TCC?

Es alrededor de estos nuevos modos de gozar que se constituyen algunas respuestas que da la ciencia, confeccionando una serie trastornos que son establecidos por los comités de expertos, su máxima expresión fue el DSM V.

Otro ámbito es el cognitivismo ocupando cada vez más un papel preponderante, con su intento de normalizar o corregir, con la creencia de que a través de la educación el síntoma puede ser tratado.

La cura analítica es una experiencia singular en la que cada sujeto encontrará un modo de solución con lo que hay, con los recursos de los que se sirve.

Los desafíos de la época requieren que desde la orientación freudiana-lacaniana podamos demostrar, con la casuística, la investigación clínica y el control, que es posible lograr efectos analíticos en tiempos breves, manteniendo los principios de la dirección de la cura propuestos por el psicoanálisis.

Hoy la civilización hipermoderna muestra que la trama que daba sentido, envoltura al síntoma ha perdido su lugar y los síntomas se presentan al natural.

Cómo seguir siendo el partenaire analista que soporte la práctica frente a los síntomas sin sentido que ya ingresaron en nuestro consultorio.

Bibliografía
1. Lacan, J: “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos I, Siglo Veintiuno, editorial, México, 1976.
2. Lacan, J: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Escritos I, Siglo Veintiuno, editorial, México, 1976, página. 332.
3. Lacan, J: “Proposición del 9 de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela, en Otros Escritos., editorial, Buenos Aires: Paidós, 2012.

Ejes temáticos

Cuerpo y época


Cuerpo y virtualidad.

Cuerpo, ciencia y tecnología.

Nuevas configuraciones vinculares.

Cuerpo y tiempos subjetivos


La infancia a la intemperie. Padres distraídos, niños desatentos. La segregación en la niñez.

Adolescencia: tempranos encuentros sexuales. Marcas en el cuerpo: piercing, tatuajes, cortes.

Cuerpo en retirada: menopausia, jubilación, deterioro.

Caídos del mapa: la demanda en la vejez. Los lazos, la dependencia, la soledad. Deterioro, memoria, demencias.

Cuerpo y Enfermedad


Pacientes crónicos.

Discapacidad.

Pacientes terminales.

Cuidados paliativos.

Cuerpo Social


Cuerpos enlazados, cuerpos segregados.

Neoliberalismo y subjetividad.

Paradigmas familiares contemporáneos.

Ética y clínica hoy.

Panel


La violencia en la vida cotidiana.

Viernes 14 de Septiembre

9.00 horas. Acreditación

9.30 horas. Palabras de apertura
Dr. Fernando Copolillo. Gerente prestaciones médicas.
Mariana Trocca y Juan Carlos Mosca. Coordinadores Red Salud Mental Medifé.

10.00 a 11.15 horas.

Sala A - Mesa 1
Niñez. Clínica y Época

Modera: Irene Mascheroni

El cuerpo en el aprendizaje
María Belén Andrijauskas

El cuerpo del niño y sus vicisitudes. Dos niños para una nota
Patricia Averbach. Catalina Bordón

A un clic de distancia
Adriana González

Sala B - Mesa 2
Clínica y Época

Modera: Patricia Tula

El peso de la mirada
Susana Roggio

Políticas del cuerpo
Maximiliano Alesanco. Mariana Torres Jimenez

Cuerpos que hablan
Paula Malerbi

11.30 a 12.45 horas.

Sala A - Mesa 3
Ética y clínica actual

Modera: Rubén Bustamante

Demanda de acompañamiento terapéutico en tiempos de inmediatez
María Laura Frank. Julia Bobatto

Acerca del diagnóstico diferencial: ¿Es necesario?
Patricia Beretta

Diagnosticar en la era de la inmediatez
Mercedes Buschini. Natalia Codega. Agustín Dottori. Rodrigo Nieto. Guillermo Rodríguez. Lorena Salice. Matías Savarino. Silvina Soto

Sala B - Mesa 4
Ciencia, derecho y subjetividad

Modera: Patricia Barlaro

Conformación de vínculos en parentalidades diversas
Marta Susana Hidalgo Aliaga. María Claudia Duano Salinas

Cuando el tic-tac del reloj biológico apremia…
Graciela Strada

Transexualismo e infancias
Mónica Larios


12.45 – 14.15 horas. Receso

14.15 a 15.30 horas.

Sala A - Mesa 5
Cuerpo y tercera edad

Modera: Cecilia Mosert

Hacerse viejo, hacerse un cuerpo
Diana Babejuda

Presente, soledad de presencia
Diana Babejuda

El quehacer del psicólogo con pacientes terminales
Alix Federica Utne

Sala B - Mesa 6
Actualidad. Amor, deseo y goce

Modera: María Inés Bonofiglio

Avatares del cuerpo
Mariana Petiti

El síntoma como huella de una trama familiar
Carolina Lizarraga

¿Qué hay del padre en el deseo?
Walter Echeveste

15.45 a 17.00 horas.

Sala A - Mesa 7
Adolescencia. Hacerse un cuerpo

Modera: Brígida Griffin

Lo que Trans-ciende la estructura

Natalia Fernandez Estevez

Permiso de viaje
María Teresita Pullol

Nudo / Des-nudo
Carolina Collado

Sala B - Mesa 8
Niñez. Intervenciones ante las vicisitudes actuales

Modera: Osvaldo Del Fabro

Cuerpos que rebotan
María Laura Atencio

¿Qué quiere decir hablar? Una respuesta indisciplinada en Salud Mental frente a los llamados “trastornos del lenguaje”
Gabriela Cuomo. Cora Fernandez. Luisa Cendoya. Liliana Fois. Patricia Martínez. Natalia Toledo. Gloria Trachter

Infancias desatadas
Marta Luján. Romina Maffía. Agustina Néspolo. Margarita Lofrano. Claudia Passalacqua. Adriana Peirano

17.15 a 18.30 horas.

Sala A - Mesa 9
Intervenciones en transferencia

Modera: Cecilia Poisson

Un caso de campo

Darío Leicach

Adolescer Gótico. Un joven con lupus en el espacio analítico
Verónica Marta Roca

Cuando la destrucción llama. Un llamado al Otro
Mónica Martino

Sala B - Mesa 10
Intervenciones clínicas

Modera: Osvaldo Volochin

Entre el cuerpo real y el cuerpo simbólico: una intensa lucha con los fantasmas
Lic. Belén Centineo. Lic. Rodrigo del Caño

Chuky - El Horror
Eva Alejandra Olivera

Duelo…, duelos
Georgina Noguer

18.30 – 19.00 horas. Coffee Break

19.00 a 20.30 horas.
PANEL "La violencia en la vida cotidiana"

Daniel Aksman. Hilda Dordal. Carlos Mercado.
Juan Carlos Pawlow. Daniel Ripesi. Analía Villamayor

SÁBADO 15 DE SEPTIEMBRE

9.00 - 9.30 horas. Presentación editorial Fundación Medifé Edita
Daniela Gutierrez. Mariana Trocca.

10.00 a 11.15 horas.

Sala A - Mesa 11
Cuerpos violentados

Modera: Patricia Martínez

Patriarcado y vulneración de los cuerpos
Laura Viviana Ibarra

Del cuerpo mortificado al cuerpo vivo
Viviana Di Filippo

Violencia y abuso. El cuerpo herido, marcas que no cesan
Patricia Amigo

Sala B - Mesa 12
Cuerpo social

Modera: Delia Ansaldi

Ética y cuerpo social
Carlos Graiño

La sombra personal y colectiva. El laberinto de la cultura actual
Oscar Javier Nuñez

La carne del espectro
Pablo Fuentes

11.15 – 11.45 horas. Coffee Break

11.45 a 13.00 horas.

Sala A - Mesa 13
Cuerpos actuales

Modera: Maximiliano Alesanco

La enfermedad en el cuerpo como límite a la demanda pulsional
Carlos Viale Ferreyra

Cuerpo y psicología deportiva
María Soledad Drubi

Cuerpo, lengua y virtualidad: Vicisitudes de la pulsión
Daniel Katz

Sala B - Mesa 14
Marcas en el cuerpo

Modera: Gabriela Cioppettini

Cortes y tatuajes: Emociones en el cuerpo
Pedro Rocco

Bordando un cuerpo
Luciana Nieto. Aldana Duarte. María Enriquez. Paula Marino. Patricia Martínez. Daniel Saccomanno. Silvana Yennaccaro

El cuerpo de un análisis
Carolina Silvana Chozas

13.15 horas. Palabras de cierre


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